Hablar de José María Velasco es hablar de una transformación profunda en la manera en que los mexicanos vieron su tierra. Más que un pintor de paisajes, fue un constructor visual del alma de México. En el siglo XIX, en plena transformación política, económica y cultural, Velasco se convirtió en un símbolo de modernidad y nacionalismo. Su obra no solo plasmó el Valle de México, sino que también le dio sentido, orgullo y pertenencia a todo un país.
Un artista formado en ciencia y arte
José María Velasco nació en Temascalcingo, Estado de México, en 1840. Desde joven mostró un enorme interés por la naturaleza y el dibujo. Estudió en la Academia de San Carlos, donde recibió una educación rigurosa tanto en arte como en ciencias naturales. Esta formación dual sería clave para su estilo particular: un paisajismo realista, minucioso y profundamente documentado.
Velasco no era un simple observador de la naturaleza, era también geógrafo, botánico y entusiasta del conocimiento científico. Esto le permitió crear obras que eran a la vez artísticas y científicamente precisas, algo que lo distinguió de muchos de sus contemporáneos. Además, su formación académica le otorgó una comprensión profunda de la composición y la perspectiva, lo que se refleja en la armonía visual de sus obras.
El paisaje como protagonista: una ruptura artística
Antes de Velasco, el arte en México estaba dominado por temas religiosos y retratos de élites. El paisaje era considerado un género menor. Pero Velasco cambió eso. Con él, el paisaje se volvió protagonista, una forma de contar la historia del país a través de sus montañas, cielos y volcanes.
El Valle de México fue su gran musa. Pintó el mismo escenario en distintos momentos del día, en diferentes estaciones, desde varios ángulos. Cada pintura era un poema visual al territorio nacional. En obras como “El valle de México desde el cerro de Santa Isabel” (1875), Velasco no solo capturó la belleza del lugar, sino también su dimensión simbólica: la unión entre lo natural, lo histórico y lo espiritual.
Velasco supo destacar la monumentalidad de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, otorgándoles una presencia casi mitológica. En sus obras, la naturaleza es majestuosa, inmutable y profundamente mexicana. Su mirada artística dio al paisaje un carácter sagrado que redefinió el género.
Una mirada nacionalista
Uno de los grandes aportes de José María Velasco fue dar al paisaje mexicano un sentido nacionalista. En tiempos de reconstrucción post-independencia, México buscaba símbolos de identidad. Velasco ofreció uno claro: el territorio como fuente de orgullo.
Sus cuadros fueron utilizados por gobiernos y educadores para fomentar el amor a la patria. Incluso hoy, muchas de sus pinturas forman parte de los libros de texto gratuitos. Su arte ayudó a consolidar una narrativa visual de lo que significa ser mexicano.
Velasco elevó el paisaje local al nivel de patrimonio nacional. Sus obras celebran la belleza autóctona y son una declaración de independencia cultural. En un país que había sido representado durante siglos a través de los ojos europeos, él ofreció una mirada propia y orgullosa.
Influencia en el arte académico
Velasco también marcó un antes y un después en la formación artística. Fue profesor de la Academia de San Carlos, donde enseñó no solo técnicas de pintura, sino una forma de ver y representar el país. Su énfasis en la observación directa, el estudio anatómico del paisaje y el trabajo de campo influyó en generaciones de artistas.
Entre sus alumnos más conocidos está Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl, quien llevaría el amor por los volcanes y la naturaleza a nuevas alturas en el siglo XX. Aunque con estilos distintos, el espíritu de Velasco se mantiene presente en la obra de muchos artistas posteriores.
Su metodología de enseñanza fomentaba la disciplina, la pasión por el detalle y el compromiso con el entorno. Velasco creía que el artista debía ser también un investigador. Esta filosofía influyó en el desarrollo del arte moderno mexicano.
Eco en la modernidad: del muralismo al arte contemporáneo
La influencia de José María Velasco no terminó con su muerte en 1912. Su legado siguió vivo en movimientos como el muralismo mexicano. Diego Rivera, por ejemplo, reconocía en Velasco una figura esencial para entender la identidad nacional. Aunque Rivera adoptó un estilo más social y político, compartía con Velasco la convicción de que el arte debía hablarle al pueblo y representar su entorno.

En el siglo XXI, artistas contemporáneos siguen reinterpretando la obra de Velasco. Algunos incorporan sus paisajes en collages digitales, otros los deconstruyen en instalaciones modernas. Su influencia se extiende incluso a la fotografía, el cine y el diseño gráfico, donde su visión del paisaje como símbolo continúa inspirando.
Proyectos de arte urbano y exposiciones multimedia han tomado sus paisajes como punto de partida para dialogar con el presente. Velasco sigue siendo un referente visual incluso en plataformas digitales, donde su obra se convierte en material para memes, animaciones y reinterpretaciones culturales.
Velasco y la ciencia: una mirada adelantada a su tiempo
José María Velasco fue también un científico autodidacta. Mantuvo correspondencia con naturalistas, recolectó especímenes botánicos y escribió artículos sobre geografía. Fue uno de los primeros en estudiar el ecosistema del Valle de México desde una perspectiva ecológica.
Esta faceta científica influyó profundamente en su arte. No pintaba lo que imaginaba, sino lo que observaba con rigurosidad. Esta precisión, unida a una sensibilidad estética única, da a sus obras un valor doble: son bellas e informativas.
Hoy, algunos ecólogos y geógrafos recurren a sus cuadros como documentos históricos para estudiar cómo ha cambiado el paisaje en los últimos 150 años. Su obra es, en ese sentido, también un archivo visual del medio ambiente mexicano.
Impacto internacional: más allá de México
Aunque su obra fue profundamente nacionalista, también fue reconocida fuera de México. Participó en exposiciones internacionales, como la Exposición Universal de París en 1889, donde recibió una medalla de oro. Su manera de representar el paisaje despertó interés en Europa, donde se valoraba el exotismo del Nuevo Mundo.
Velasco fue una ventana al paisaje americano, pero no desde la mirada colonizadora, sino desde la dignidad de un artista que conocía y amaba su tierra. Eso lo hizo diferente, y por eso también fue celebrado fuera de su país.
Sus cuadros se exhibieron también en Estados Unidos, y su trabajo fue citado en publicaciones científicas europeas. La calidad de su obra le ganó un espacio en el circuito internacional del arte del siglo XIX.
Museos y colecciones: el legado visible
Gran parte de la obra de José María Velasco se conserva hoy en museos como el Museo Nacional de Arte (MUNAL) y el Museo José María Velasco en Toluca. Estas instituciones no solo resguardan su obra, sino que la promueven activamente a través de exposiciones, publicaciones y actividades educativas.

En estos espacios, el público puede entender no solo su valor artístico, sino también su importancia histórica, científica y cultural. Además, las reproducciones digitales han llevado su obra a nuevas generaciones a través de internet y redes sociales.

El interés por su obra ha llevado a la creación de catálogos razonados, recorridos virtuales y documentales que exploran su legado. Su influencia también se extiende a la educación ambiental y a la planificación urbana, donde sus pinturas sirven como referencias del pasado ecológico de la región.
Velasco en la educación y la cultura popular
José María Velasco es uno de los pocos artistas que han trascendido al plano educativo en México. Sus paisajes aparecen en libros escolares, billetes, sellos postales y hasta en campañas institucionales. Su nombre es conocido incluso por quienes no estudian arte.
Esto habla de una influencia que va más allá del museo. Su obra ha sido integrada al imaginario colectivo como parte esencial de lo que significa ser mexicano. Su legado vive en las aulas, en los símbolos patrios y en la memoria visual del país.
En plataformas como YouTube, TikTok e Instagram, creadores de contenido exploran su vida y obra, acercándola a los jóvenes. El arte de Velasco ha sido recreado en murales escolares, proyectos de arte comunitario y hasta en tatuajes, demostrando su vigencia cultural.
Preguntas frecuentes (FAQs)
¿Quién fue José María Velasco?
Fue un pintor, científico y educador mexicano del siglo XIX, famoso por sus paisajes del Valle de México y por su influencia en la construcción de la identidad visual nacional.
¿Cuál fue su mayor contribución al arte mexicano?
Transformó el paisaje en un símbolo nacional y dio al arte académico un enfoque científico, nacionalista y pedagógico.
¿Por qué sus paisajes son tan importantes?
Porque combinan precisión científica con belleza artística, y representan una visión profundamente mexicana del territorio.
¿Tuvo influencia en otros artistas?
Sí. Su legado marcó a artistas como el Dr. Atl y Diego Rivera, y sigue presente en el arte contemporáneo.
¿Dónde se puede ver su obra?
Principalmente en el Museo Nacional de Arte en la Ciudad de México y el Museo José María Velasco en Toluca.
Un paisaje que no se borra
La influencia de José María Velasco no se limita a su tiempo. Más de un siglo después, su obra sigue viva, no solo en lienzos, sino en la forma en que México se piensa a sí mismo. Fue más que un pintor: fue un educador, un científico, un patriota y un constructor de identidad.
Su capacidad para unir arte, ciencia y nación es única en la historia del arte mexicano. Y mientras el Valle de México siga respirando, la mirada de Velasco seguirá iluminando sus montañas, sus volcanes y su gente.
Hoy, sus cuadros son testimonio de una sensibilidad que supo ver en la naturaleza algo más que un paisaje: un alma colectiva. Velasco no solo retrató lo que teníamos enfrente, sino lo que llevábamos dentro. Su pincel capturó el orgullo, la historia, el territorio y la esperanza de un país en construcción.
En un mundo donde el entorno natural está en constante amenaza, su obra cobra nuevo sentido. Nos recuerda que la tierra, además de ser habitada, debe ser amada y comprendida. Velasco nos legó no sólo imágenes bellas, sino una forma de ver y valorar lo que somos. Por eso, mientras haya alguien que contemple un volcán con asombro, el arte de José María Velasco seguirá presente.